Se ha comentado alguna vez, que detrás de todo pintor, se esconde siempre un poeta; cosa, por otra parte, nada sorprendente, si tenemos en cuenta que, independientemente de la rama del arte escogida, todo artista, guardará siempre algo en común (en sus gustos, en su carácter, en sus amores, en sus odios…) con sus colegas en las otras disciplinas.
Si todo esto es así, Rocío Matamoros Valdés es una prueba más que evidente de la veracidad de tal afirmación, ya que, después de haber dado a conocer al público, su obra pictórica y escultórica, ahora nos ofrece una recopilación de muchos de sus poemas y relatos escritos a través de los años.
Rocío Matamoros nació en México D. F. de padre español y madre guatemalteca. Sus padres, intelectuales y artistas polifacéticos, le inculcaron, lógicamente, ese amor al arte y la literatura que siempre parece haber acompañado la vida de esta mujer.
Después de haber pasado su infancia en Venezuela, su familia se trasladó a Madrid, donde estudió en
Una vez terminada su carrera, empezará a pintar de nuevo y a presentarse a diferentes concursos canarios de escultura. Entre los cuales podemos destacar el concurso sobre Deportes Canarios, patrocinado por el Gobierno de Canarias, del 2002,
Realmente, podríamos calificar su vida artística en esta etapa de, si no intensa, sí al menos muy activa; ya que también dio clases de títeres durante un año e hizo dos representaciones en un colegio público. Y esto nos lleva a hablar de otra de las facetas de Matamoros, que no sabemos si sería justo tildar de menor: el teatro. Ya de pequeña conoció este fascinante mundo, de la mano de su padre, que fue director teatral y gracias al cual, llegó a participar en pequeños papeles. De esta temprana semilla le quedó una afición permanente a la lectura de todos los dramaturgos, especialmente los clásicos. Y también a su escritura, como se muestra precisamente en este libro con “Un día cualquiera”, obra breve en seis actos, donde se resumen, en palabras de la propia autora, la monotonía, el hastío, el cansancio de una pareja sin amor.
Pero no será hasta el año 2006, y con un nuevo cambio de residencia (esta vez en un pueblo de la costa valenciana), cuando empezará a exponer su obra de cara al público. Lugares como
Con la publicación de este libro, Rocío Matamoros Valdés nos muestra su carácter, un poco a la manera renacentista, de artista completa y polifacética. La literatura, como ya se ha dicho, ha acompañado siempre la vida de esta mujer, y fue durante su infancia venezolana cuando le publicaron su primera poesía en la revista Kena, cuyo gerente y maquetador era su propio padre (también existía una sección juvenil llamada “Kenita” en esta revista venezolana a cargo de su madre Theresa Valdés). De todo esto le quedó a la pequeña Matamoros (la menor de tres hijos) una afición, que nunca perdería a la lectura (esencialmente novelas) y a la escritura; aunque no ha sido hasta ahora, cuando por fin se ha decidido a dar a conocer al público lector, parte de su obra escrita.
A pesar de todo lo dicho hasta ahora, creemos que no debería pensarse que estamos ante una persona ensimismada para la que no existe otra cosa más que su mundo interior, ya que esta mujer ha confesado en múltiples ocasiones que para ella el arte es tan sólo una forma de vida, de ver o interpretar las cosas, que no debe acaparar el resto de actividades del ser humano; ni menos aun reducir el tiempo necesario para disfrutar de cosas tan queridas para Rocío Matamoros como leer, caminar, viajar, escuchar música o dedicarse a la familia.
En todo caso, lo que sí nos parece seguro es que Rocío Matamoros Valdés nos parece una artista a tener en cuenta en todas las diferentes creaciones que emprende y emprenderá. Una artista tan original que es capaz de interpretar cualquier realidad en algo único e intransferible. Una artista, cuya mirada llena el mundo –y también al público que contempla su obra– de magia, belleza, miedo e incertidumbre. Seguiremos con interés e impaciencia su futuro desarrollo artístico.
1 comentario:
Todo artista, con su obra, quiere cambiar algo y Rocio también, por supuesto...
Cambiar el Seat, el colegio de las niñas, la casa, el novio...
Te conozco y sé que eres igual que yo y que cualquiera. Yo no temo decir que soy mercenario, los políticos y los artistas se tienen que esconder detrás de una máscara, son débiles después de todo...
Quieren el PODER, como todos.
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